• Hemos podido sacar gran provecho de esta adversidad. • La literatura nos refleja en nuestra intimidad y esencia.
UNAM-DGCS-964|Ciudad Universitaria|10:00 hs. 7 de noviembre de 2020. La literatura es uno de los ejercicios intelectuales más complejos y, junto con la escritura, son verdaderas gimnasias para el cerebro; en tiempos de pandemia permiten a las personas burlarse del tiempo y el espacio, consideró Gonzalo Celorio Blasco, académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Precisó que la letra escrita hizo que la humanidad pasara de la prehistoria a la historia, al transitar de la necesidad de comunicarse oralmente en términos presenciales, a la escritura con otros tiempos y espacios.
“Parte de lo que ha ocurrido en la pandemia es que esta condición solitaria de la lectura y escritura ha cobrado particular relevancia, porque es una manera verdaderamente prodigiosa de estar en comunicación con los demás en un espacio distinto y tiempos diferentes”, comentó el también exdirector de esta casa de estudios.
Al participar en el programa “La UNAM Responde”, de la televisora universitaria, el presidente de la Academia Mexicana de la Lengua resaltó que la literatura en tiempos de confinamiento, como lo fue en la gran peste florentina, es un vehículo de comunicación para no sentirse solo, sino acompañado por amigos: los libros.
Para el también excoordinador de Difusión Cultural de la UNAM, la literatura llega a donde otros discursos se quedan delante de un precipicio.
La literatura y la imaginación no son evasivas; la imaginación es una forma de hacer calas más profundas en la realidad que sirve de punto de partida de toda obra literaria, precisó.
“Cada vez que abrimos un libro pensamos que vemos a los otros, pero lo que abrimos en realidad es un espejo. Si la literatura tiene una condición, es la capacidad de reflejarnos a nosotros como lectores en nuestra más profunda intimidad y esencia”, reflexionó Celorio Blasco.
Adicionalmente, en estos tiempos de pandemia las herramientas digitales permiten que quienes no podían asistir a presentaciones de libros, conferencias o mesas redondas, tengan acceso a esta y más información.
“Gracias a los sistemas telemáticos hemos podido estar en comunicación con más gente, con un público mucho más amplio, a veces insospechado. Creo que, finalmente, hemos podido sacar de esta adversidad un gran provecho”, expresó.
Comentó que inclusive las lecturas estatutarias de la Academia -que antes sólo eran escuchadas por los miembros numerarios de la institución-, ahora, a través de Facebook, son vistas por miles de personas.
“Independientemente del soporte en que esté el libro (papel o electrónico) lo importante es el contenido que puede transmitirse de diversas maneras y creo que el número de lectores en esta circunstancia, o eso quiero creer, ha aumentado”.
Celorio Blasco recordó que la literatura es uno de los ejercicios intelectuales más complejos pues, junto con la escritura, genera más contactos neuronales que cualquier otra actividad; “es una verdadera gimnasia del cerebro”.
La novela debe mostrarlo todo
Respecto a su más reciente trabajo literario, Los Apóstatas, destacó que junto con Tres lindas cubanas y El metal y la escoria forma parte de una trilogía que recibirá por nombre Una familia ejemplar, en la cual cada pieza puede ser leída de forma independiente o en conjunto.
“Estoy convencido de que hay personas que pueden convertirse en personajes, y en este proceso hay un trabajo de ficcionalización que deja en segundo plano el que se trate de familiares del autor. Los personajes que las pueblan o habitan son representativos de muchos seres humanos, de sus épocas, circunstancias vitales”, dijo.
Las tres obras tratan de exilios, diásporas, migraciones y revoluciones, de tal suerte que los personajes cobran una dimensión más amplia.
Al concluir, el escritor subrayó que la novela debe mostrarlo todo y no demostrar nada. En Los Apóstatas los personajes tuvieron distintos destinos, fueron, de alguna manera, víctimas de su circunstancia, los dos abrigaron una vocación religiosa, después apostataron porque abandonaron estas órdenes religiosas y tuvieron caminos o destinos disyuntivos que hablan de realidades sociales, políticas e ideológicas de nuestro país.